Cuando el presidente de la República, en alocución nacional de
altísima sintonía y mayor decepción, le da el pase a Diosdado para que anuncie
los nombres de los conspiradores en su programa semanal y el chico “con los
ojos más bellos del gobierno” lo denuncia a uno, con nombre y dos apellidos,
como jefe de un laboratorio de psicólogos preparando otra de las guerras contra
Nicolás; no puedo menos que sentirme
tomado en cuenta por el alto gobierno. Lo de alto es un cliché, porque altura
es lo menos que tiene el presidente de la AN. Hasta se me abre la tripa
candidatural con semejante subida de perfil.
Lejos de mí demandarlo porque ese muchacho, atrincherado en su
inmunidad, lea los mensajes que un gordo excopeyano, muy urgido por subirse el perfil
en el PSUV y que opera como sapo cooperante cuando no anda cabalgando horarios,
le pasa como datos imaginarios y él los repite como pájaro bobo. Da cosa ver
que el más jaquetón de los dirigentes chavistas sea sorprendido en su inocencia,
le vean la cara de pendejo pues. Como dicen en las galleras en El Furrial: ¡come
avispa que cigarrón atora!
Esta es la segunda vez que cita mi nombre en su programa en menos
de un mes. Uno piensa en Luis Beltrán Prieto, Caldera o Gonzalo Barrios y veo
es que la presidencia del parlamento está bastante devaluada, como la pobre
moneda nacional después del macarrónico discurso de Maduro. Bien débil debe
sentirse para ver en un profesor de
Matemáticas de la UCV al jefe de una conspiración psicopolítica. No sabía que
una entrevista en La Razón contando sus vicisitudes como próxima cabeza a rodar
en las guillotinas madurianas, lo
pusieran tan nervioso. Ahora entiendo a mi amigo William Lara cuando hablamos
después del carmonazo, se rodea de militares porque le falta guáramo.
Yo se que echarle en cara la cobardía a un cobarde con poder es
comprar un boleto en la carreta de las retaliaciones. Ya quisiera yo haberle
dedicado este artículo a comentar el 23 de enero, al fortalecimiento de la
Unidad o a lo preocupante que me parece que el discurso de Maduro fuese parte
de la liturgia de una secta religiosa que cree que en realidad fue bueno. Pero, como esta es la única ventanita pública
que uno tiene y no le gusta que le vayan a magullar las arrugas por casquillos
de un diputado con mucho tiempo libre, la uso para responsabilizarlo de
cualquier agresión que pueda sufrir y que veo venir.
Por lo pronto, yo me reúno con quien me de la gana, que se vaya
lavar el paltó el desocupado si pretende ponerle cortapisas a mis reuniones. Al
sapo gordo que deje de explotar a un indigente para sacarle
datos raros, “que no vuelva a tratarme
de cobarde, viéndome bien amarrado, sin soltarme una mano por lo menos, por si
tiene al antojo de probarme” como dicen en El Cobarde, una poesía gaucha que esta en el LP de La
Leyenda del Horcón.
Ya que el señor dijo que yo estaba preparando la Salida 2, le
respondo como le decíamos a los sapos jalamecates en la escuela: nos vemos en
la salida chaparrito, en tu salida.
@rricardorios1
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