Al escribir estas
líneas, estoy ahogado en un mar proceloso de pronósticos muestrales. Se habla
de directores de encuestadoras, en secretas reuniones, cambiando de opinión a última hora para salvar
la honrilla, veo futurólogas portadas de periódicos con resultados precisos, me mandan pronósticos de hacedores de
Sudokus, descubridores de la regresión lineal y
los infaltables datos que “vienen de adentro”, auténticos hijos de la
desinformación planificada del gobierno. También están los datos finales de las
encuestadoras de verdad, entregadas a la hermenéutica a fin de describir los
arcanos del voto oculto y predecir algo, que para eso están. Larga introducción
para aclarar que ni por encargo hago un pronóstico en retroceso, ya que hoy es
viernes y esto sale el martes.
Cuando digo que
ganamos es que los objetivos propuestos fueron logrados, espero que por mucho
rato. La batalla electoral fue fundamentalmente ideológica, una confrontación
de los conceptos amplios de la democracia progresista versus los rigores
militaristas de mesianismo populista. La diversidad organizada, o no, contra el
rigorismo, en duro debate de ideas, poniendo en alto relieve que este es un
país que conjuga bien la dialéctica
entre la necesidad por satisfacer y la libertad requerida sin el sacrificio de
los extremos. Cuando el extremismo asoma, la compensación toma la palabra. Más
claro, los promotores de la polarización quedaron relegados ante el regreso a
la palestra de la parte más difícil de la política: la moderación, la conjugación
de intereses parciales en pro de del equilibrio mínimo para sobrevivir como
sociedad en paz. Eso es lo que ganamos, por eso toda la campaña de Chávez (que
bueno que ya se puede nombrar otra vez) se convirtió en una de oposición a la mayoría
que se estaba abriendo paso. El auge de la tolerancia como exigencia, del
respeto como discurso, de la reflexión directa de los problemas concretos;
marcaron la pauta de este debate. La paz, contra la guerra, la diversidad contra
el mensaje único, que ni siquiera a pensamiento llega; están en el meollo de
esta confrontación, insisto, ideológica.
Se pasó del agrupamiento en negativo a la ubicación para construir, no
para sobrevivir sino para asumir el riesgo de dirigir con nuevas visiones la
solución de los viejos problemas. Solo eso explica la amplitud de la gama política
y social que apoyó a Henrique, solo el cabalgar sobre la cresta de esa ola de
progreso nos permite comprender la dimensión titánica que el candidato
adquirió, más allá de sus particularidades intrínsecas. Lo difícil pasó y ahora
viene lo duro. Espero que a esta hora la incertidumbre esté en antaño y no en
hogaño, que se sepan los numeritos y que todos estemos contestes con el CNE.
Que ya podamos ponernos a solar el camino conquistado con los adoquines del
progreso, con la mano extendida a los aprensivos. Ya Venezuela es otra, aquí
cabemos todos. Vamos a trabajar en la reconstrucción. Paz. Como siempre, hay un
camino.
@rricardorios1
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