El tema político actual es el Congreso Ideológico del PSUV, una
réplica hecha con los malos materiales que la crisis nos permite importar, de
los congresos comunistas de la Europa Oriental de los 70.
Todo comenzó como una nueva triquiñuela de Diosdado en su
indetenible marcha hacia la destitución de Maduro, con la aprobación formal de
tres documentos llenos de consignas de la controlada Dirección Nacional, la
selección de miembros natos hasta en un 48% de los delegados y el control
aparatero de las elecciones de base, cuyo epítome fue la elección de hijos de
dirigentes, como los de Fidel o de Kim Il Sun en su momento, para consolidar la
cómoda mayoría que aprobase las tesis que sentarán las bases de la elección de
las autoridades del PSUV en enero 2015.
Pero los rusos jugaron en contraataque. Maduro les clavó las
consultas a las UBCH en un acto en Barinas y comenzó a mover las piezas que el
poder ejecutivo da: se alió con Ramírez y se apoyó en sus cubanos para meterse
en la pelea partidaria y aparecer a la cabeza del proceso cortándole las idems
a los cartomagos Navarro y Giordani. Sobre
la base de miles de denuncias a funcionarios corrupticos, le metió un río en el
conuco de Diosdado obligándolo a pactar. Con razón va con chalecos antibalas a
su programa de los jueves.
La precaria estabilidad alcanzada por el pacto cupular del muy
dividido chavismo obvió un detalle: el centralismo democrático es inútil frente
al twitter, Lenin tendría menos seguidores de Bocaranda o Chataing. Me refiero
a la rebelión en Aporrea, el resto del Polo y la insurgencia de la Marea
Socialista, con frases del tamaño de “yo voté por el Plan de la Patria de Chávez no por los 12 puntos de Lorenzo
Mendoza”. Las bases ideológicas y el programa internacional impuesto por Raúl Castro
para resolver su apertura a Europa, recibieron un inesperado rechazo de un
grupo importante de dirigentes que se comunican por Internet y no dependen del
correaje interno y otras lisuras decimonónicas bolcheviques.
La requerida alianza con los industriales de donde sean,
nacionales o chinos que el capital no tiene nacionalidad diría Marx, recibe una
patada en el tobillo que merece tarjeta amarilla. La base política buscada para
el viraje económico madurista no le cuadra a una militancia que lo que ve son
ladrones ostentosos y muy ricos en esas maniobras, mientras el país se
desmorona. Como siempre, el stalinismo
aborta los debates con simulacros para el control partidario; pero, quién se iba a imaginar que el jefe de
la contrainteligencia militar de Chávez cayese en una emboscada para rateros en
Aruba y se destapase que lo exiliaban como cónsul en esa isla, tumbando la
imagen de país estable y bueno para invertir que necesita Maduro para superar
la crisis. Esto es peor que el desastre de las líneas aéreas de Izarrita.
Marea Socialista, narcotráfico y endeudamiento internacional son
los temas que no discutirán allí, dejando al PSUV vacío de contenidos. Buena
lata de agua les echó la DEA.
@rricardorios1
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