Luego de la fiesta, sus propios amigos mataron a
una maestra. Con tod las muertes espantosas que ocurren en Venezuela, una
noticia así no dura nada, tal vez salga alguien diciendo que no hay justicia
agregando, paradójicamente, que pide justicia; esto suele ser objeto de
desprecio por el presidente quien torea su responsabilidad acusando a los
medios de carroñeros, el muy cínico. Pero no es de la violencia diaria que
quiero escribir, sino de algo que me mostró toda la maldad que albergan los
hacedores de las guerras. Corría el año 1983, el 5 de abril fui invitado a una fiesta
clandestina en Plaza España, Managua. Se conmemoraba una efeméride importante
para las Fuerzas Populares de Liberación, la parte más grande del recién creado
FMLN, cuyo jefe era el legendario Cayetano Carpio (Marcel). Fue un acto
esquizofrénico, con mucho de misa roja, donde hasta nos hicieron oír una
canción de Mercedes Sosa con el puño en alto, en absoluto y reverencial
silencio, según ordenó un diácono guerrillero. Luego salieron Marcial y Nélida
Anaya Montes, la igualmente mitológica comandante Ana María y nos dieron la
mano a uno por uno. Me impresionó que las de Marcial fuesen más suaves que las
de maestra. Marcial dijo algo acerca de la recién lograda unidad guerrillera en
el FMLN y seguramente atacó al imperialismo, cosa muy razonable ya que esto
pasó en plena era Reagan, y se fue como un suspiro. Pasamos a la etapa eufórica
de la fiesta y descubrimos, con agrado, que nuestros jóvenes anfitriones eran
unos bonchones como el que más. Vi al maestro de ceremonia, comandante Modesto,
dándole unos giros espectaculares a la camarada Ana María. Sabíamos de las
duras discusiones entre Marcel y Nélida sobre la integración de un comando
unificado de guerra, pero todos éramos solidarios con el FMLN contra la
barbarie fascista de Arena. La cosa duró hasta la madrugada y a media mañana
nos llega la noticia: mataron a Ana María en una casa de seguridad en la
carretera Sur, la estrangularon y le dieron 70 puñaladas. Conmoción general.
Asistimos luego al sepelio en una plaza que lleva su nombre. En el acto
hablaron Tomás Borges y Marcial. Los periódicos acusaron a la CIA. Marcial se va a Libia, los
guanacos no creen nada de lo que les contaron. En el Nuevo Diario sale un
pequeño giro: la mataron “como” si fuera la CIA , ya no había secretos: Modesto fue el
asesino. La policía sandinista acusó al mismísimo Marcial de autor intelectual
y allí comenzó un enredo que todavía subsiste. La primera versión fue que Tomás
emplazó a Cayetano con las evidencias de su responsabilidad y éste se suicidó,
otros hablan de fusilamiento. Recordé que Graham Greene dijo en un libro sobre
Torrijos que Marcel mandaba a matar a cualquiera muy fácilmente. Luego, los
sandinistas de corrompieron, Fidel fusiló a Ochoa y el mundo rojo siguió su
senda sangrienta. Los cómplices históricos de estas barbaries hablan en la
AN con tonos de superioridad moral. ¿De donde la sacan? A mi
el asco no se me pasa.
@rricardorios1
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