Los amantes del
materialismo dialéctico son muy dados a los polos. Despachados de la reflexión los condenados
por la historia a desaparecer: los dueños privados de los medios de producción,
comienza un delirante carrusel de separaciones binarias usadas para esconder esa
despiadada lucha por el control del
estado llamada la vanguardia del cambio social, los redentores de la humanidad;
en resumen: los revolucionarios (con letras de marquesinas y bombillitos, por
favor). No siempre es un debate en caricaturas, a veces tiene el dramatismo de
“Socialismo o Barbarie” de Rosa Luxemburgo o el “quiero Patria Libre o morir”
de Sandino, ambos de trágicas consecuencias dada la consecuencia de sus
emisores. Otras, es algo flexible, oportunista, adaptativo, de circo pues; como
“Patria Socialista o muerte” que va variando según los humores vitales del
usuario.
Los líderes de la
clase predestinada a liberar la humanidad emancipándose ella misma: el
proletariado, se tropiezan a menudo con el enredo de grises que la terca
realidad le impone a esta visiones en blanco y negro. Así, a nombre de destruir
la cochina propiedad privada, hunden en el desespero que el desabastecimiento
les trajo a sus bases sociales más fieles, donde las ganas de votar por el PSUV
se encogen como, y por lo mismo, que la piel de Zapa de Balzac. Anuncian el
carácter continental de su lucha y no hallan que hacer para reincorporar las
divisas que los solidarios comunistas caribeños triangulan en un raro triángulo
de dos lados, ya que les compramos a través de sus empresas todo lo que
necesitamos importar urgentemente, con el retardo y el sobreprecio de la mítica ineficiencia insular, sin ganar
ni medio. Llaman a una supuesta lucha contra la corrupción; pero, si usted
tiene un nicho de importaciones desde hace 25 años y de él se antojan los del
ALBA, usted pasa a ser contribuyente especial y recibirá quincenalmente al
SENIAT, lo que lo llevará a contratar otro contador, restringiéndole además
todo acceso a dólares CADIVI, lanzándolo al mercado negro para mantener la
clientela y encontrarse que los proveedores de los verdes son familiares
cercanos de los duros protectores de los dólares del pueblo; matando así a la
pequeña empresa e incrementando el desempleo y el desencanto entre los empresarios
que siguen apostando a que en Venezuela se puede progresar con este modelo.
La dicotomía clásica
de reforma o revolución la resolví hace tiempo: las revoluciones frenan al
progreso, solo las reformas permiten superar las injusticias. Maduro busca
derrotar a Diosdado enarbolando las banderas de la pulcritud a la par que
instaura un sistema de controles corruptos que arruinan al país y le rehúye al
debate con Henrique. La podredumbre reinante no se supera con un modelo
intrínsecamente corrupto, sino con su superación gradual, rápida hoy y lenta
mañana. Siguen soplando aires de victoria: el 99 no aparece, tendrán que violar
la CRBV para imponer su habilitante.
@rricardorios1
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