Pasado el trago amargo del 7/O, nos toca analizar como Juno lo que pasó
y lo que viene, con mucho tino, porque ésta ha sido la mejor campaña en la que
he participado. Políticamente logramos muchas cosas que nos servirán de piso
para continuar: 4,6 millones que votaron a favor de una opción más en pro que
en contra de otra, no es poca cosa. Aprendimos que una mezcla inteligente de
consensos y primarias conforman un mecanismo costoso pero eficiente de dirimir
las diferencias que surgen de las (a veces no tan) naturales aspiraciones
políticas. Los infiltrados nos dicen que se requiere ciertos límites, pero la
MUD mostró ser un escenario cuyos resultados son inobjetables, aunque necesita
ser revisada por lo menos en cuanto al debate de las ideas y la participación
se refiere. Un ejemplo de ello es el programa que se firmó el 23 de enero y los
ajustes que la campaña le impuso, al
margen de la andanada de mentiras sobre un supuesto programa neoliberal oculto.
Otro tema importante es el de las finanzas, no por lo el video de Caldera, sino
porque el cerco económico del gobierno en nuestra contra nos impone formas de
participación masiva, que expresen e
incorporen la identificación de nuestros electores con el esfuerzo electoral.
También me gustaría entrar en un debate acerca de la generación de un
vocabulario común, salido de la acción política diaria, sobre el programa de
reivindicaciones que enarbolamos. Por ejemplo, todos los prisioneros que
injustamente pagan condenas en este país, amén de los delincuentes condenados,
tiene familias y amigos que no necesitaron ser comprados por nadie para no
votar por quien los rechazó de manera uniforme, sin matices. Cosa parecida se
puede decir de los familiares de los estudiantes de las universidades nuevas o
de los beneficiados con algunas misiones. Hay que hacer de lo dicho sobre la
Misión Vivienda nuestra vocería del sentir nacional en todos los ámbitos:
denunciar, respetar y exigir cumplimiento. Solo identificándonos con el sentir
de quienes aún no votan por nosotros podremos sentar las bases de la
reconciliación nacional, acertada estrategia de vida para extirpar el cáncer de
la polarización, tan caro al candidato ganador. Alcemos masivamente nuestra voz
de protesta contra el abuso de poder, la dilapidación de nuestros dineros
públicos, la humillación perversa oculta en esa forma dictadura, de la pútrida
estirpe de Pedro Estrada, que se llamó el voto asistido; pero no insultemos a
las víctimas. Dejemos ese supremacismo a la minoría vocinglera que promueve la abstención
en nuestro campo con lo del fraude y los chinos. Creamos una estructura
electoral nacional que debemos engrasar y mejorar. Ya empezamos la campaña
regional, nuestros candidatos lucen superiores a los arropaditos de Hugo, el
duelo de la derrota le cede paso al entusiasmo de seguir, encontrémonos los
venezolanos de bien en esta hermosa tarea de vivir en paz. Llegaron los días
duros, aquí estamos firmes. Hay un camino.
@rricardorios1
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