No hablo de Carlos
Marx atormentado en su tumba por la sarta de disparates que dicen los chavistas
en su nombre, ni de Carlos Genatios con el hígado revuelto por las sandeces y
amenazas del otro presidente Cabello. Me refiero a un barbero realmente
existente, al exbarbero de Nicolás.
Como las cadenas de
Nicolás son muy disparatadas, en las pocas que veo, entre anuncio y anuncio, me
distraigo mirando otras cosas; por ejemplo, un día noté que a Maduro lo habían
trasquilado por la derecha. No vayan a creer que hablo de una cosificación de
los oníricos éxitos de la Salida, me refiero a que lo afeitaron mal, disparejo,
como con otro estilo. Usando mis contactos en el SEBIN, aprovechando que
Rodríguez Torres estaba en campaña electoral por Apure, descubrí que Maduro
había cambiado a cientos de ministros, viceministros y de peluquero y que ahora
lo afeitaba una señora que tonsuraba la cabellera del gobierno anterior, lo
cual calza perfecto con su estilo de usar todo de Chávez y que todo lo malo se
le endose a la cuenta del Legado, Toby Valderrama dixit. Desde sus tiempos
parlamentarios Carlitos, que ese es el nombre del barbero anterior, siempre
peluqueaba a Nicolás y le emparejaba el bigote. Nicolás le daba jugosas
propinas y más jugosas promesas.
Carlitos es habitante de una modesta casita por los lados de La Pastora
o de Lídice, la frontera entre ambas zonas es difusa más por los colectivos
armados que por el bachaqueo. Una vez se le ocurrió mejorar su vivienda y se lo
planteó al ya presidente, quien apto como es para prometer y no cumplir, lo
dejó esperando un crédito o ayuda para reparar una platabanda y mejorar unas
tuberías, amén de unas manos de pintura, ya que ni Maduro cree en la Misión
Vivienda y no le ofreció un apartamento.
Carlitos se fue
cansando de esperar y comenzó un lento proceso de fuerte toma de conciencia de
sus derechos y convirtió su barbería del centro de la ciudad en un periódico
oral de denuncias ciudadanas, oral por su oficio y porque no hay papel. Adiós
afiches del difunto, ya no usa Tricófero de Barry porque es un tónico rojo,
acusa a la devaluación de Rafael Ramírez de la escasez y los altos costos de
los insumos para su barbería y critica,
mechón por mechón, los desastres cometidos por la señora que ahora afeita a Nicolás.
Todos sus clientes conocen bien esta historia. Carlitos es un hombre del
pueblo, él sabe que es a través de funcionarios del gobierno que uno puede
conseguir harina, leche, papel y dólares para comprar fijadores, peines,
tijeras y hojillas planas. Carlitos ya no les cree el cuento, sabe que usan,
mienten y desechan a sus amigos sin arrepentirse, como burlan las esperanzas de
la gente para mantener apariencias, sean de diálogo o de peinados. Su verbo
furioso lo sobrepone a los avatares de la inseguridad, narrándolo todo sin
tapujos. Carlitos, como todo el pueblo venezolano está bravo. Parafraseando al
Tigre aquella vez en el Congreso Nacional: el pueblo está bravo ¡Gloria al
Bravo Pueblo!
@rricardorios1
Publicado
en el Diaio Tal Cual en febrero de 2014
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