lunes, 15 de septiembre de 2014

Carlitos está bravo.

No hablo de Carlos Marx atormentado en su tumba por la sarta de disparates que dicen los chavistas en su nombre, ni de Carlos Genatios con el hígado revuelto por las sandeces y amenazas del otro presidente Cabello. Me refiero a un barbero realmente existente, al exbarbero de Nicolás.

Como las cadenas de Nicolás son muy disparatadas, en las pocas que veo, entre anuncio y anuncio, me distraigo mirando otras cosas; por ejemplo, un día noté que a Maduro lo habían trasquilado por la derecha. No vayan a creer que hablo de una cosificación de los oníricos éxitos de la Salida, me refiero a que lo afeitaron mal, disparejo, como con otro estilo. Usando mis contactos en el SEBIN, aprovechando que Rodríguez Torres estaba en campaña electoral por Apure, descubrí que Maduro había cambiado a cientos de ministros, viceministros y de peluquero y que ahora lo afeitaba una señora que tonsuraba la cabellera del gobierno anterior, lo cual calza perfecto con su estilo de usar todo de Chávez y que todo lo malo se le endose a la cuenta del Legado, Toby Valderrama dixit. Desde sus tiempos parlamentarios Carlitos, que ese es el nombre del barbero anterior, siempre peluqueaba a Nicolás y le emparejaba el bigote. Nicolás le daba jugosas propinas y más jugosas promesas.  Carlitos es habitante de una modesta casita por los lados de La Pastora o de Lídice, la frontera entre ambas zonas es difusa más por los colectivos armados que por el bachaqueo. Una vez se le ocurrió mejorar su vivienda y se lo planteó al ya presidente, quien apto como es para prometer y no cumplir, lo dejó esperando un crédito o ayuda para reparar una platabanda y mejorar unas tuberías, amén de unas manos de pintura, ya que ni Maduro cree en la Misión Vivienda y no le ofreció un apartamento.

Carlitos se fue cansando de esperar y comenzó un lento proceso de fuerte toma de conciencia de sus derechos y convirtió su barbería del centro de la ciudad en un periódico oral de denuncias ciudadanas, oral por su oficio y porque no hay papel. Adiós afiches del difunto, ya no usa Tricófero de Barry porque es un tónico rojo, acusa a la devaluación de Rafael Ramírez de la escasez y los altos costos de los insumos para su  barbería y critica, mechón por mechón, los desastres cometidos por la señora que ahora afeita a Nicolás. Todos sus clientes conocen bien esta historia. Carlitos es un hombre del pueblo, él sabe que es a través de funcionarios del gobierno que uno puede conseguir harina, leche, papel y dólares para comprar fijadores, peines, tijeras y hojillas planas. Carlitos ya no les cree el cuento, sabe que usan, mienten y desechan a sus amigos sin arrepentirse, como burlan las esperanzas de la gente para mantener apariencias, sean de diálogo o de peinados. Su verbo furioso lo sobrepone a los avatares de la inseguridad, narrándolo todo sin tapujos. Carlitos, como todo el pueblo venezolano está bravo. Parafraseando al Tigre aquella vez en el Congreso Nacional: el pueblo está bravo ¡Gloria al Bravo Pueblo!
@rricardorios1


Publicado en el Diaio Tal Cual en febrero de 2014

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