miércoles, 9 de julio de 2014


Abril: No más odios

Mañana es 11 de abril, día de compleja recordación que el oficialismo va convertir, en su vorágine electorera, en un día apto para exacerbar los odios entre los venezolanos; de allí la importancia de insistir en que con Henrique Capriles Radonsky se promueve la reconciliación entre la familia venezolana. Los hechos de abril 2002 demostraron,  reductio ad absurdum, lo  nocivo que es para la salud de un país  querer dirigirlo entre dicotomías deliberadamente exageradas. En esas jornadas se cavó la fosa de la polarización como herramienta política progresista, útil al cambio. Hoy levantan, desde el gobierno, la bandera del odio  quienes pretenden ocultar con un futuro brumoso de promesas  14 años de fracasos, corrupción, abusos de poder, siembras de diferencias promovidas como irreversibles y violaciones sistemáticas a la Constitución; quienes gobiernan pensando en el exterminio del otro, salvo cuando eso se vuelve un problema electoral, se visten de azul y hablan de amor; como el marido agresor que promete que la última golpiza será la última, siendo siempre la penúltima. Su principal propuesta electoral: el Polo Patriótico, no cuaja porque los venezolanos apostamos mayoritariamente hacia la paz y la superación negociada de los conflictos. No queremos polos. Sobre esto han insistido hasta el hartazgo pensadores tan disímiles como Arnaldo Esté o Werner Corrales.  Estos días de abril  son buenos para pensar que en la superación de los odios, en la reafirmación de la vía democrática defendida por Capriles, hay mucho más futuro que en la negación absurda del contrario. En su más reciente visita a Venezuela, Hugo Chávez nos acusó de ser gente de bajas pasiones y bajos instintos, esto  motivó un diálogo con mi hijo para aclararle que cuando yo le digo que lo vivo es ser honesto y respetar las instituciones, no dejo de lado que un presidente sea un mentiroso manipulador capar de promover el exterminio de sus oponentes. Le dije que la promoción de retaliaciones es una estratagema electoral de alguien a quien el poder se le escurre entre las manos, a un vivo que no supo ser honesto.
De mañana al 13 van a remover todo tipo de cenizas para ocultar que con 400 soldados muy bien armados en Miraflores, él se entregó para “no inmolarse como Allende”. Van a convertir la actitud reconciliadora de HCR en la Embajada de Cuba, reconocida en su oportunidad por el propio embajador, en una acción vandálica. Van a decir que los venezolanos debemos matarnos para que él siga gobernando con unos que se enriquecieron, mientras el resto, la gran mayoría del país, hace su cola para ver si le toca su porción. Con el progreso como herramienta de cambio, avancemos hacia una Venezuela reconciliada, diversa y creativa, emprendedora y justa, inclusiva sin exclusiones como la soñamos todos. Pactemos  para que la pobreza deje de ser tan cara al país y tan útil a los demagogos. Oremos por los muertos  de  abril, saquemos a los presos políticos y miremos hacia delante, por encima de las tumbas. Hay un camino.

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