Ayer cometábamos en la fiesta que ya llevábamos dos semanas sin contingencias severas en el comedor y se habían suspendido todas las tomas de puertar para impedir el acceso a la Ciudad Universitaria de Caracas, bromeamos diciendo que el párvulo santo Jesús aplacó hasta a los enajenados que nos quieren someter con sus armas. Mal hicimos en alegrarnos, los violentos odian y en particular odian la alegría.
No pasó nada porque no estallaron los artefactos que fabricaron. Ahora viene mi venganza, nos concentraremos en hacer felices a dos desconocidos. El odio es notorio y bullanguero pero débil.
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