Los titulares de esta
semana reportan una epistolorragia, catarata de epístolas, de dirigentes del PSUV ventilando la primera crisis pública
de ese partido, tan amante de la opacidad informativa.
Manuel Rodrigo, dirigente
del MAS de los 70’s, me dio una guía infalible para entender los conflictos
internos: los que piden lealtad, respeto a la organización y a sus líderes controlan el aparato; los que piden libertad
de crítica, democracia, renovación, amplitud, etc. son los aspirantes a
convertirse en los que piden lealtad, etc.
Un seguidor del
proceso, que no lo nombro porque tiene familia que mantener, le pidió a Hugo
que no creara un partido de la nada, que pasar de la maquinaria electoral que
era el MVR a un partido politico requería de un proceso menos taumatúrgico que
unos lecos en El Silencio; pero todos sabemos como era el chico de Sabaneta de
impulsivo y en su apuro de ser como Fidel, creó su
Partido de la Revolución que, como casi todas sus improvisaciones, resultó una
chambonada. En las elecciones internas ganaron los que tenían programas en VTV,
siendo Mario Silva o Vanessa Davis más votados que Diosdado o William
Lara. La claridad de que Hugo era quien
ponía los votos hizo de la lealtad una astucia y de la crítica un ejercicio de
cenáculos intelectuales, como el CIM, más de una vez fulminados cuando sus
observaciones cogían prensa. Monedero regresó a Madrid con la cabeza llena de
los chichones que le dejaron los coscorrones del jefe único.
Pero los partidos
tienen vida, esa que le dan las aspiraciones de su membresía y la alergia por
el debate convirtió al PSUV en una corte florentina donde mi hermano se lee como te
mataré. Semejante ambiente interno tropezó con la contracción del principio
fundacional “agarra que ahora es que queda” y de repente se dieron cuenta que
el modelo no funcionaba, los ministros eran malos, se robaron 25 mil millones
de dólares y la alianza cívico-militar
era un circo de contratos y canonjías; llegando la hora de podar: no hay cama
pa’ tanta gente. Así, los protagonistas de la película “La revolución no será
televisada” que se quedaron hasta el final en Miraflores el 12-04-02, son los
traidores de hoy y los que piden lealtad ni de extras salen en ese film.
Los anacronismos
económicos son rechazados por la exigente economía cubana y los defenestrados
no se preocuparon por tener una base
organizada. Prescindir de ellos, acusándolos de todo lo malo parece sacado de
Mi Vida de Trostky, un simple trámite.
Quedan contrapoderes
que equilibrar, PDVSA se alza como un estado dentro del estado y usa su poder
para endeudarse y financiar las parlamentarias y hasta un eventual revocatorio.
La Liga Socialista se venga de Diosdado, raspa al PRV de Alí pero no puede con
Ramírez. Vienen nuevos reacomodos, mientras que allá afuera está un país
desmoronándose por un sistema que colapsó, como todos los que han seguido esa
receta. ¿Críticos vs leales o Ejecutivo vs PSVSA? No se vayan que esto se pone
bueno.
@rricardorios1
Publicado en el Diario Tal
Cual en Julio de 2014
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