La necesidad de un único partido
revolucionario, del partido del sujeto histórico y toda esa jerga, es
consustancial al pensamiento comunista. La maldición divisionista de Marx: ”el
partido se fortalece depurándose” es el epígrafe del libro de Lenin sobre el
partido ¿Qué hacer? y ha sido el leiv
motive de cuanta purga han conocido los comunistas. En Venezuela no
escapamos a ese debate, en los años 60
fue punto de ruptura del PCV con Fidel. También estuvo entre los aportes del MAS a la
cultura democrática mundial.
El PSUV es la contraparte cómica del trágico Partido
Comunista de Cuba. Con miles de diferencias, ambos nacieron como decisión del
poder ejecutivo, desde y para el ejercicio del poder ya conquistado y no conocieron ser de la oposición a un
gobierno. El PCC fue la confluencia de organizaciones políticas o
militares que llevaron a Fidel al poder. El PSUV fue una decisión de Chávez, anunciada en un mitin a su regreso de Cuba,
que agarró fuera de base a sus aliados.
En los discursos fundacionales,
tanto Fidel como Chávez insistieron en
que los militantes tenían que ser funcionarios honestos y eficientes, porque
ambos partidos fueron creados para controlar al estado. Cuando uno ve la
trayectoria de esos funcionarios respecto a la pulcritud de sus gestiones,
queda claro que el poder total corrompe totalmente.
El PSUV no siguió el silogismo
leninista: “una clase, una revolución, un partido” porque, a diferencia del
PCC, jamás discutió documento alguno que le diera cuerpo teórico, siendo apenas
un convulsionado foso de combate entre grupos de poder financiero y militar, lo que Müller Rojas
llamó el saco de los alacranes. Es un partido profundamente dividido en su
interior y en sus alrededores. No deja de alarmar que haya más de 30 organizaciones
conformando el llamado Polo Patriótico; todas, salvo el PCV, creadas después del PSUV.
El mensaje es claro: si quieres figurar, crea tu parcela política, nada más
lejos del Partido Único.
Tan dividido concurre el PSUV a estas
elecciones parlamentarias que hubo de arriar sus altaneras velas sectarias y
aceptar “la unidad perfecta”, un batiburrillo de pactos electorales sin orden
ni concierto. Hay que estar bien débil para mezclar a Juan Barreto con William
Ojeda o a Haiman El Troudi con Ricardo Sánchez. Es un partido paralizado. Sus
líderes atropellaron sus propias primarias para optar a la reducida oferta de
los puestos salidores. El retorno a sus orígenes del presidente de la AN o de
la Cilia son emblemáticos en esa pelea.
Esa unidad es una perfecta entelequia, con
campañas distintas y hasta contradictorias como en el estado Miranda. No hay
acto oficial que no se complemente con el reclamo de algún candidato por el
manejo sectario del mismo. Varias veces han estado a punto de estallar, solo
los pegan los potenciales curules y la fortaleza creciente de la MUD.
Con el título como consigna, la –JMAS-UCV le ganó la FCU a una coalición de partidos liderada por un partido dividido. En el
Polo Patriótico saben que sin unidad no hay triunfo. Vamos bien.
@rricardorios1
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