Este es el único país del mundo
donde los economistas están de acuerdo. Los asesores de grandes centros
financieros y los raspacupos más pedestres coinciden en que el control de
divisas y el despelote cambiario solo benefician a una peste corrupta y voraz
que tendrá que correr muy duro cuando se les pueda pedir que rindan cuentas.
La osadía que la ignorancia suele
invocar no basta para explicar que un maestro, devenido en gobernador de un
estado que no conocía, sea quien marque la pauta de la política cambiaria de un
país petrolero, ignorando a sus propios técnicos. Un juego tras bambalinas, en un teatro con
telón verde oliva, debe estar ocurriendo para no ver que economistas radicales
y moderados, marxistas y neoliberales, buenos y no tanto coinciden en que hay que
unificar el cambio, devaluar, aumentar el precio de la gasolina, cobrar las
facturas en el Caribe y ordenar las finanzas públicas. La única propuesta divergente
es si se dolariza o se yuaniza, pero todos coinciden en frenar el despilfarro y
ordenar la economía.
Exministros de Educación o de
Planificación preconizan que el mundo cambió, que no veremos una renta
petrolera grande en un buen tiempo y que hay que detener la sangría. Las
cuentas nacionales no dan para seguir importando masivamente a la par de
destruir el aparato productivo. Políticos chavistas anuncian que la crisis no
se puede tapar importando un chorro de productos que van a escasear muy pronto.
Las angustias por dinero fresco llevaron a Maduro a condonarle a Jamaica una
deuda del mismo tamaño que la plata que sacó del FMI. Hay un clamor nacional para que ocurra una
rectificación y solo ocurre una ratificación. Controlarlo todo para que nada
cambie es la ruta al averno.
La tragedia en puertas es tan
grande que de las filas oficialistas es que salen las voces para un pacto
nacional de reconducción, palabras más palabras menos, pretendiendo expandir lo
que ocurrió en la AN con el caso del Esequibo.
Con lo mal que está el chavismo
en las encuestas, la MUD no tiene como escaparse del problema de proponer
planes de salvación nacional. En salud y abastecimiento la cosa toma matices de
tragedia, cuya superación va mucho más allá de sancionar a los corruptos y censurar a los ministros que no cumplan; más
allá del día a día del quehacer parlamentario impedido por años de abuso,
sectarismo y agresiones cobardes. Hay
que “adelantar el futuro” mostrándole a los venezolanos que se puede tener paz
en un mejor país, sobre todo un país donde el esfuerzo y los sacrificios sean
motivados desde el ejemplo y la cordura.
No tenemos instituciones para
llevar a cabo planes consensuados o no
de corrección del rumbo, de allí la importancia de ganar en las parlamentarias
junto con otras mil razones. Esta es una pelea entre la terquedad de los hechos
y la ceguera que les produce la avidez a los saqueadores
del erario. El proceso es parlamentario
y el drama es nacional. Venezuela necesita un nuevo gobierno, la MUD tiene la
responsabilidad y la capacidad de ofrecerlo.
@rricardorios1
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