Ya aburre eso de quejarse del
CNE, que siempre voltea hacia otro lado, por los usos y abusos del poder
central en las campañas electorales. Aquí
hacemos elecciones más contra el árbitro que con él, sobran los ejemplos.
El oportunismo es el ejercicio de
la viveza en la política, es decir de la ausencia de propuestas. El ejecutivo
puso esta vez la mira electoral en el
ingreso a la Educación Superior, sin preocuparse por cometer una de las mayores
estafas a la juventud que en los anales de la politiquería se registre: el
Sistema Nacional de Ingreso (SIN), una mescolanza improvisada e inauditable de
mecanismos de selección que disminuye la
importancia del saber en pro de la fidelidad partidaria.
El CNU, excediendo las fronteras
de su área de competencia, es la mampara institucional que oculta la
incorporación masiva de nuevos electores en las universidades donde se eligen
autoridades y centros de estudiantes, con la intensión posterior de controlarlas
desde adentro y el deseo primario de mostrar una falaz solución, de claro corte
comicial, a la insatisfecha demanda. El
CNU propone políticas y el ingreso lo deciden las universidades, eso está claro
en la Ley; pero, “siguiendo a Tsypras” como dijo Maduro, todo vale para mantenerse
en el poder. Se usa al Estado a su
antojo para que el PSUV siga gobernando, la socialdictadura definida por
Demetrio Boersner .
La oferta nacional es de 250 mil
cupos y la demanda de 400 mil, muchos provienen de la Misión Ribas, una buena
propuesta reducida a chapuza por la demagogia. La prueba de admisión como único
mecanismo es reduccionista, mas hay sabiduría en la Ley cuando deja que las
soluciones surjan del debate nacional y no de esta estafa que entierra la calidad
en la tumba de la cantidad, calidad que también ha de ser debatida porque la
Educación es un ente dinámico, cambiante y, en consecuencia, democrático. La
imposición de programas cerrados dio al traste con la UBV a nombre de la
fidelidad a esa partida de corruptos que controlan al PSUV. De lo ridículo a lo
estúpido va la argumentación que busca sustentarse sobre un supuesto tráfico de
cupos para desestabilizar toda la enseñanza universitaria. El ministro Fernández
solo conoce la universidad como alumno, tal vez no entienda lo que significa
tener que meter cientos de estudiantes en un aula, sin dotación suficiente en
las bibliotecas y sin materiales en los laboratorios. Su tarea es mostrar cifras para las
parlamentarias.
Las universidades están agotando
todos los recursos legales para protegerse, pero temo que lo electoral se
impondrá. Habrá que exigirle a la Sala Constitucional del TSJ que respete la
Constitución, ya que en su resolución ni siquiera la cita, se reduce a obedecer
lo de arriba aplastando a la Universidad. Negarse a aceptar mandatos contra la
CRBV es un camino expedito, pese al riesgo de darle al gobierno la buscada
excusa para barrer con la Autonomía. Es un momento para decisiones difíciles,
doctrinarias, de principios. ¡Viva la Universidad!
@rricardorios1
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