martes, 30 de junio de 2015

La tarjeta única y las primarias del PSUV

La alternativa democrática liderada por la MUD arrancó las parlamentarias  con el viento soplando por la popa, sobre  todo por el holístico desastre gubernamental de Nicolás Maduro. No hay encuesta donde aparezca medianamente bien el gobierno, ni siquiera cuando Hinterlace hace sus preguntas con una mezcla de amenaza y promesa electoral.

 La MUD, un pacto dinámico entre 29 partidos,  es una opción con  debilidades que el bando oficial conoce y explota a plenitud, siendo la principal el bloqueo mediático que oculta pronunciamientos y acciones, lo que alimenta el perverso apelativo de MUDA que usan sus detractores en el propio campo opositor. Otro grave problema es el sistemático cerco económico que impone competir siempre en condiciones dramáticas.  Obligada a funcionar por consensos, eso le imprime un ritmo  lento a su accionar y la obliga a vivir en medio de equilibrios muchas veces precarios.  Es a sabiendas de estas debilidades que el PSUV, a través del CNE y otros organismos del estado, le lanza sus torpedos políticos: la “exhortación” sobre la proporcionalidad por  género, el ocultamiento de la fecha, la ubicación de tarjetas para promover votos nulos, campañas para desestimular la participación, etc. Todo esto sin considerar los autogoles de grupos disolventes preñados de fantasías sobre fraudes estrambóticos.

Sobre semejante e incompleta lista de adversidades, la frágil alianza opositora se yergue hoy, y ojalá hasta diciembre,  como una alternativa victoriosa con una plantilla de candidatos, electos o seleccionados por consenso, que ha sido recibida con mucha comprensión por su base electoral; pero,  como el mecanismo del decisión en la MUD  exige tener partidos fuertes para lograr espacios, se alborota la tentación sectaria, siendo necesidad de contarse un demonio a dominar. Si algún partido insiste en ir con su tarjeta propia, desencadenando una suicida reacción en cadena, las posibilidades actuales de victoria se evaporarán. 

En frente, el PSUV mostró en sus primarias que es un adversario corrupto , dispuesto a arruinar el futuro de varias generaciones endeudando al país para financiar su campaña.  Usaron con descaro al CNE como un apéndice administrativo que autorizaba prórrogas con los argumentos falsarios del partido. Necesitaron más del doble del tiempo de prórroga aprobado para las presidenciales del 2014, en un proceso marcado por la soledad durante todo el día. Esas primarias tienen manchas de todo tipo, hubo mucho de farsa porque todos los que el poder quería que quedaran resultaron electos: ni una sorpresa. Hay muchas más críticas, pero sin duda alguna fue un proceso potenciador para un alicaído oficialismo aplastado por la crisis, que entra así con entusiasmo a la contienda.

No es muy complicado ver que nadie se fortalece perdiendo, que hay que retomar el impulso logrado con la Unidad y que la tarjeta única es una respuesta poderosa a esta transitoria alegría oficial. La sensatez tiene la palabra.


@rricardorios1

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