Los países
tienen que generar y ampliar sus conocimientos formando grandes masas de buenos
conocedores actualizados, la ignorancia solo trae desgracias. Esto es aceptado
en cualquier tertulia parroquial, la última frase la saqué de una partida de
dominó; pero, a la luz de su discurso del 1ro de mayo, perece no haber estado en la cabeza de Nicolás
Maduro cuando anunció las decisiones salariales que dejaron por debajo del
salario mínimo vital (SMV), a más de la mitad de los trabajadores de la
Educación Universitaria en Venezuela.
Cierto que ese
discurso fue el repele de un plan radical de medidas alocadas, que no
radicales, todas desmontadas en La
Habana la noche anterior, que dejó al presidente perdido en su obsecuencia insular.
De la nacionalización de las empresas Polar al secuestro de sus redes de
distribución, no hay más que un cálculo electoral para distribuir harina PAN
donde falten votos, siempre en la búsqueda desesperada del Dakazo que le haga
voltear los pésimos presagios en las encuestas. No miden las consecuencias de
sus decisiones electoreras, todo vale si es para evitar que Diosdado regrese a la condición de desempleado.
Las asociaciones
de profesores universitarios del país, agremiadas en FAPUV, ya habían advertido
en sonoras asambleas que cualquier incremento debía prever no hundir en la ilegalidad a la
Universidad, así con mayúsculas, al
poner a sus profesores por debajo del SMV, sobre todo cuando están corriendo
los plazos para dar inicio al debate sobre la Contratación Única presentada
unitariamente por todos los sindicatos de las universidades nacionales. Hasta
los oficialistas, incluidos los esquiroles, aseguraban que Maduro no cometería
ese exabrupto, pero lo sobrestimaron.
Un presidente
atado a los designios estratégicos del comunismo cubano no tiene ninguna
holgura táctica, tiene que consultar y redefinir cada paso, así sea a costa de su ya muy
deteriorada imagen de estadista. Pasar de un plan propio, acoplado a las
variables nacionales, a un ajuste de última hora, trae
como consecuencia una marcha dispersa, escueta, llena de reclamos
insatisfechos, de regaños de un líder descolocado y agresivo por las agruras de
una indigestión de frustraciones.
No se midieron
las consecuencias, improvisaron la aprobación de un crédito adicional en plena
plaza para que las alcaldías y el Seguro Social pudieran cubrir los nuevos
ajustes y se les escapó la liebre de que las universidades son autónomas, que
funcionan con presupuestos anuales y que no hay academia que sobreviva con
hambre, con indigencia.
La paciente
paciencia de los profesores universitarios se agotó, claros signos de rabia
está provocando tanto desprecio. A este gobierno no le duele la Universidad,
solo quiere mantener a sus corruptos robando. Los espacios de la protesta son
estrechos pero la ira los está expandiendo. Ojalá rectifiquen porque, como
dijimos al comienzo, la ignorancia solo trae desgracias.
@rricardorios1
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