El término electorero se refiere
a las maniobras que hacen algunos políticos para buscar votos con medidas
efectistas, antes que con programas y propuestas. La definición parece sacada
del Manual de Scouts, pero conocerla es útil para curarse en salud.
El chavismo tiene tácticas
electoreras ya estandarizadas. Antes de cada proceso usa el dinero estatal,
suyo y mío, ora con ribetes de juegos de lotería como la Misión Vivienda, ora
con repartos viles como el Dakaso; dejando a las fuerzas democráticas perdidas
en un mar de defensas abstractas sobre
el respeto a la dignidad humana o la defensa de la propiedad privada y las
leyes. Lo electorero es ortogonal a la decencia, bordea el COPP y niega los
valores que enseñan en las escuelas.
Cuando se habla del uso impúdico
de los bienes públicos para fortalecer al PSUV, no se tiene idea del alcance de
esa denuncia. No se paran en mientes, son activistas del todo vale. En todas
las campañas inventan formas de usar la información oficial para armar listas
de electores, combinando las UBCh con los solicitantes de becas o misiones para
presionarlos, con el garrote de la nefanda lista Tascón en la mano, que no en balde el mazo es un símbolo para ellos.
Su nuevo invento son las 10 millones de firmas para defender la patria. Sin
rubor, le agregan a la protesta contra Obama una columna para el teléfono y
otra para el correo electrónico, armando un refrescado listado de electores
afines y un chantaje enorme para quien no firme: traición a la patria, más la amenaza
de que así saben quién vota y cómo vota.
También promueven la abstención
en el campo democrático, con cuentos
sobre pactos secretos y aforismos de origen dudoso, como eso de que votos no
sacan dictaduras o que el CNE es un enjambre de cables conectados a artefactos
medio telepáticos de un organismo que no existe llamado G2. Se entiende la indignación de algunos
columnistas cuando tienen que gastar tinta e intelecto en explicar que las
elecciones se ganan con votos.
El chavismo saca cantidades enormes
de dólares a través de múltiples vías para tener con qué financiar sus campañas
electorales, pagándole el sacrificio con coimas a los abnegados que prestan su
nombre. Todo marchaba bien, los chinos cambian petróleo por afiches y aparatos
de comunicación, los asesores españoles agarran lo suyo, etc. hasta que el vil
imperialismo les puso una trabita en el camino, demostrando de paso que hay
cuatro mafias temibles en el lavado de dinero: la rusa, la china, el cartel de
Sinaloa y el club de los exviceministros del primer anillo de seguridad del
difunto. He ahí el callo pisado por el decreto de Obama.
Algo se le ocurrirá, pero Maduro
enfrenta una severa crisis económica, la
pérdida de la fe de la gente en su palabra, la desmovilización de sus
seguidores, la caída de los precios del petróleo, el desconocimiento interno de su liderazgo y
el bloqueo de parte de sus fondos de campaña. Con razón hay tanta gente
peleando por una curul en la MUD, como que hay posibilidades esta vez.
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